Descripción
Nación en Guanajuato, México, el 22 de octubre de 1961
Científica mexicana que, a través de partículas invisibles a los ojos, creó un gel para sanar las heridas del pie diabético.
Fue ganadora del premio de la Academia Mundial de la Ciencia 2015 en la categoría Química por el Nanogel, del Premio UNESCO Javed Hussain e incluso en 2016 la organización británica The Council for Parity Democracy consideró que la mexicana debió ser candidata al Nobel de Química por su trabajo con los nanomateriales.
Es pionera en el estudio de los nanomateriales, a los que llegó a través de su proyecto de maestría llamado “solgel” que consistía en convertir materiales sólidos en una gelatina. En ese proceso se dio cuenta de que se producían partículas infinitamente más pequeñas a un milímetro y una vez en el doctorado continuó la investigación, encontrando un uso en la industria petroquímica.
Considera que todo cabe en un nanómetro. En una partícula un millón de veces más pequeña que un milímetro, podrían estar las soluciones médicas a las enfermedades crónicas más comunes de los últimos años. Y los equipos que lo investigan están encabezados por una mujer mexicana.
Su investigación ha permitido lograr avances científicos en tratamientos contra el cáncer cerebral y crear un gel capaz de regenerar las heridas por pie diabético.
Su interés por la ciencia empezó “desde la canasta”, mientras acompañaba a su papá a la Universidad de Guanajuato —donde era investigador— y observaba su trabajo en los laboratorios. También, recuerda, el inicio pudo estar en las historias que le leía su abuela: la que más recuerda es sobre Marie y Pierre Curie.
Es como si las cosas hubieran estado dadas, la ciencia para mí está en la sangre, en todas las vivencias que tengo desde la infancia. Muchas personas me preguntan por qué no me he rendido a pesar de los problemas de salud con los que vivo, pero creo que todavía tengo muchas cosas por lograr”, ha tenido cáncer en siete órganos y vivió dos infartos cerebrales que la dejaron con parálisis del lado derecho del cuerpo, lo que la ha llevado a seguir trabajando desde su casa, con un pizarrón en el que lleva el recuento de sus citas, su computadora y una pantalla en su habitación desde donde da clases a sus alumnos de licenciatura a posdoctorado.
“Nadie puede entenderlo a menos que tengan la vocación que yo tengo, cada quién puede decidir qué hacer y yo decidí hacer ciencia como lo hacía mi padre: para ayudar al ser humano. Y estoy feliz con eso”.