Descripción
Probablemente, la historia más contada acerca de la fabricación del primer rompope en México, tiene que ver con el Convento de las Hermanas Clarisas, en la ciudad de Puebla. Las profesas, siempre estaban experimentando con la creación de nuevos platillos, mezclando sabores, texturas y colores. Pero, esta orden de religiosas llegó a ser reconocida por sus preparaciones de dulces y licores, que inicialmente regalaban a la realeza del país, la jerarquía de la iglesia y sus por supuesto, a sus benefactores. Más adelante, empezaron a venderlos al público, para sufragar los gastos del convento.
El rompope, era elaborado por varias monjas, pero solo una era la autorizada a probarlo. La profesa Eduviges, era la quién al terminar la preparación, se encargaba de ver que estuviera en su punto, con el alcohol necesario para un buen sabor y conservación de la misma. Dado que en aquella época, el alcohol estaba prohibido para las religiosas, a las demás monjas, no les quedaba otra que imaginar a través de las palabras de Eduviges, lo divino que quedaba esta bebida.
Pero Eduviges, que era de corazón grande, tenía el deseo de que todas se enteraran del buen sabor de esta crema. En su afán de que todas las hermanas pudieran disfrutar del rompope y para el deleite de toda la orden, se las ingenio para que el Obispo cediera a dar su consentimiento, ya que ¡una copita, no le haría daño a nadie! Tan encantadas quedaron todas de su sabor, que no tardaron en darles de probar a los devotos, quienes en su turno, comenzaron a pedir botellas del encantador rompope.
Aunque la historia no cuenta a ciencia cierta que las Hermanas Clarisas fueran las creadoras de esta bebida en México, se cree que su creación tiene que ver con un error en la preparación de una natilla. Al no obtener la consistencia deseada, no hubo más remedio que añadir aguardiente de caña, el alcohol más conocido y humilde de la región, teniendo como resultado una cremosa bebida con este ligero piquete de alcohol que caracteriza al rompope. Bien vale la pena recordar, que la vida dentro del convento era muy austera y no se podía dar el lujo de desperdiciar absolutamente nada de los alimentos. Como dato curioso: la religiosa encargada del almacén debería cumplir con ciertas cualidades, como son las de no ser tragona, golosa ni perezosa.
Indagando un poco más acerca del rompope, surgen muchas historias que confirman el origen no definido de esta bebida. Se cree que se fue modificando en su largo viaje, hasta llegar al continente Americano. Y es que países de Asia central como China, Mongolia y Rusia, elaboran una bebida con leche de yegua o de vaca, llamada Airag y conocida como Kumis en Kurdistán, a donde también llegó. Con la fermentación y dependiendo en la cantidad de azúcares que contiene la leche utilizada, este aperitivo sube o baja de graduación. A través de los largos viajes de los genoveses, llegó a Italia dónde se cree que se usaba como remedio casero para los estados febriles. En España se le agrega canela y aguardiente y se conoce como Caspiroleta, bebida encontrada por el mismo nombre en Perú.
Se dice que originalmente, se conocía como ope-pope por el sonido que hace la pala, al golpear el líquido espeso en el cazo. De ahí la onomatopeya pasa a transformarse en una palabra legítima y toma su lugar como parte del idioma. Sin embargo, parece que al llegar a la Ciudad de Puebla, este nombre no gustó y es cambiado por rompope, ya que al hervir en el cazo de cobre y siendo agitado constantemente, el pope se rompe, o sea, las burbujas se rompen.
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