Descripción
Nació el 1 de agosto de 1930, en Polonia murió el 13 de marzo de 2014, en la Ciudad de México, Distrito Federal.
El ‘padre de la marcha en México’
Se tituló como ingeniero constructor de barcos, muy a modo con el sello de astilleros de su ciudad. Su gusto por el atletismo lo llevó a estudiar también una carrera de deportes, especializándose en pruebas de fondo.
Como atleta de marcha fue campeón nacional en 1954 en 10 km, en 1955 en 10 km y 50 km, y en 1959 en 20 km. Obtuvo plata en los Campeonatos de Europa en 1958. Su mejor registro fue de 1h 34’46’’ en los 20 km, en 1959… Bien pudo haber obtenido bronce en los Olímpicos de Roma 1960.
Llegó a México en 1966 junto con un grupo de jóvenes entrenadores en lo que ellos mismos llamaron el “Experimento Mexicano”, que no fue más que preparar deportistas para los Olímpicos de 1968.
En tan sólo dos años de trabajo se reflejó su capacidad al ganar José Pedraza la presea de plata en esos inolvidables Juegos.
Con el tiempo llegaron muchos éxitos, que no hubieran sido posible si su constante aplicación a la fisiología de la altitud, que analizó desde la Ciudad de México y los Volcanes hasta la Cordillera Real en Bolivia y algunas cotas del Alto Perú.
Fueron más de 100 victorias de sus atletas en el ámbito internacional y 10 preseas olímpicas que su presencia aportó directa o indirectamente a nuestro deporte: de ese tamaño es su contribución a México.
Sus éxitos llamaron la atención de otros países, que no lo tentaron a cambiar de aires. Sin embargo, su gusto por lo mexicano era tan grande que nunca aceptó moverse de país, salvo en una breve ocasión que lo hizo a Canadá, para regresar a segunda patria.
Tanto hizo por nuestro país, que la Presidencia de la República no dudó en reconocerlo con el “Águila Azteca”, máxima condecoración que entrega el país a un extranjero; ese mismo año, 1993, se naturalizó mexicano, aunque su adaptación al sentir nacional ya lo vivía desde muchos años antes.
En su “Experimento Mexicano” lo acompañaron su esposa Bozcena y sus hijos Tomás y Andrés. La señora y el vástago también lo acompañan ya en el cielo. Le sobreviven su hijo Andrés, nietos y bisnietos.
Que este Challenge de Marcha que lleva su nombre sirva como un humilde homenaje, pero muy significativo, a un gran líder, un maestro ejemplar: el mejor entrenador que haya tenido México en todos sus ámbitos.