Descripción
Nació el 30 de septiembre de 1902
Murió el 2 de agosto de 1985
Maestro de maestros, como médico, siguió el pensamiento de los doctores Genaro Escalona, Manuel Gea González y Gastón Meló quienes planearon la necesidad de ejercer la medicina en diversas especialidades; inició la tisiología en el Hospital General que se estructuró formalmente en 1933, de acuerdo con las ideas del maestro Ignacio Chávez.
En esa época, las condiciones del pabellón para tuberculosos en el Hospital General eran lamentables por lo que se planeó, a finales de los años veinte, la construcción de varios hospitales, entre ellos el «Sanatorio para Enfermos Tuberculosos de Huipulco», que inició de inmediato. Sin embargo, en 1930, el arquitecto José Villagrán y el Dr. Cosío protestaron porque los trabajos de construcción fueron suspendidos; con su actitud lograron que se reanudaran en 1935 y se terminara la planta arquitectónica. En enero de 1936 se designó al maestro Donato Alarcón director del hospital. Cosío formó parte del grupo médico fundador de Huipulco en donde estaban también el maestro Alejandro Celis y Miguel Jiménez Sánchez, el primero figuró como radiólogo y llegó a ser un distinguido investigador con quien Cosío editó su libro Aparato respiratorio. Patología clínica y terapéutica, con 14 ediciones; el segundo, fue un personaje de gran habilidad política. Sin embargo, la inauguración formal ocurrió hasta marzo del citado año. Llegaron después Horacio Rubio Palacios, elegante cirujano y Fernando Katz Avrutzky quien fundó el servicio de pediatría. Desde luego, llegaron otros médicos que en este escrito no menciono.
En 1933 se fundó en la Facultad de Medicina la cátedra de Clínica del Aparato Respiratorio con Cosío como titular. En 1934 se estableció oficialmente la Campaña Antituberculosa de la que Cosío fue tres veces director y donde, entre otras cosas, planteó la construcción del Hospital «Manuel Gea González».
El 1 de noviembre de 1956 fue nombrado tercer director de Huipulco, después de los doctores Alarcón y Rébora. Estableció una relación razonada entre la medicina y la cirugía del tórax que, por entonces, comenzaba a consolidarse con las nuevas técnicas de resección pulmonar.
Pero Cosío fue, ante todo, un Maestro, enseñó con verbo brillante y gran sentido clínico. Su personalidad académica lo llevó a ser presidente de la Academia Nacional de Medicina en 1961, donde desempeñó un brillante papel.
En 1964 surgió un fuerte movimiento laboral motivado por las pésimas condiciones de los médicos residentes que se extendió rápidamente por toda la Nación; más de 5,000 médicos realizaron un paro de labores en los principales hospitales. El movimiento, con gran celeridad, fue declarado ilegal y reprimido por las autoridades con amenazas y esquiroles. Los médicos residentes, en particular, fueron fichados en una lista negra e intimidados con el despido definitivo. Don Ismael consideró justas las peticiones planteadas y estuvo de acuerdo con ellas y señaló, en una renuncia anunciada, que dejaría la dirección de Huipulco en caso de que los residentes fueran agredidos o cesados. Ante una orden de proceder contra los residentes, don Ismael presentó su renuncia ante el H. Consejo Técnico de Huipulco un fatídico 15 de enero de 1965. Renunciaron también 30 médicos a los que no les fue aceptada la renuncia por el secretario Rafael Moreno Valle. Sin embargo, Cosío continuó al frente de la institución hasta el 11 de septiembre en que fue cesado definitivamente junto con los doctores Schultz, Cruz Esparza, Guzmán de la Garza, Martínez Heredero y Aguilar Pérez. El 30 renunció como Jefe de Servicio por «elemental delicadeza» ante las represalias de que fue objeto por haber simpatizado con el movimiento médico. Los beneficios que gozan hoy los residentes y el establecimiento formal de las especialidades médicas fueron producto de ese movimiento. Desde entonces, el gran Maestro se retiró de la vida académica e institucional y permaneció en un aislamiento voluntario, él mismo dijo: «Estoy desilusionado por las cosas que pasan en la medicina mexicana, pero acepto que, tal vez, muchos se han desilusionado de mí». Durante su etapa de aislamiento recibió en 1980 el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Puebla y el de Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM en 1981.
El 16 de enero de 1965, cuando el gobierno federal de Gustavo Díaz Ordaz ordena el cese de los becarios e internos que estuvieran en paro, Ismael Cosío Villegas presenta su renuncia ante el Consejo Técnico Consultivo del nosocomio y manifiesta abiertamente su repudio a las políticas opresoras del régimen de Gustavo Díaz Ordaz.5
Contrariamente a la generalizada creencia de que es forzado a dejar a su cargo, Cosío Villegas renuncia en apego a sus valores morales y éticos y cuyo texto íntegro aparece a continuación:9
“Para los médicos mexicanos es un símbolo por su valentía y vertical postura ante los atropellos gubernamentales de que fue objeto”.
Nada más justo que la institución que él amó y dirigió entrañablemente, lleve su nombre: Instituto Nacional de Enfermedades Respiratoria «Dr. Ismael Cosío Villegas».
Enlace Recomendado