Descripción
No hay platillo que combine mejor los ingredientes básicos de la comida prehispánica como el huarache. Pero además de ser parte de nuestra historia gastronómica, los huaraches son el testimonio de resistencia y del amor de su creadora hacia su familia.
Los huaraches nacieron alrededor de 1935 muy cerca del Canal de La Viga, específicamente, en el antiguo Mercado Popular de Jamaica –el antecesor del actual Mercado de Jamaica–, y su inventora fue la señora Carmen Gómez Medina, una mujer que quedó viuda a los 30 años y tuvo que arreglárselas sola para cuidar a sus 5 hijos. De acuerdo con Francisco Estrada, quien recopiló la historia del Huarache de Jamaica y su fundadora, doña Carmen tardó unos 15 años en ganar popularidad entre los marchantes del mercado.
Antes de inventar el huarache, Carmelita no sabía ni siquiera tortear la masa para hacer tortillas. Perteneció a una familia acomodada de la ciudad y se enamoró de Andrés Suárez, un campesino y aguador con quien, por diferencia de clases, no podía casarse. Ante la oposición de la familia de Carmen, decidieron escaparse para estar juntos. Con lo que no contaban es que, años después, Carmen quedaría viuda a los 30 años y sin ninguna forma de mantener a su familia.
En 1950, cuando el gobierno decidió entubar el Canal de La Viga y construir el Mercado de Jamaica, Carmelita recibió un local para vender sus huaraches. Allí no tuvo tanto éxito como en el puesto, así que decidió irse del mercado hacia un local que estuviera más a la vista. Encontró uno en la calle Torno, a una cuadra del mercado en la colonia Artes Gráficas. Ahí fue donde el huarache se convirtió en lo que es hoy.
Desde ahí, Carmelita empezó a hacer las gorditas más grandes. Los clientes, al principio, le decían: “A usted qué le pasa, Carmelita. Primero nos da unas miniaturas de gorditas y nos la cobra caras, y ahora éstas están muy grandes, que hasta parecen huaraches”, a lo que ella respondía: “¡Huaraches en las patas, éstas son gorditas!”. A Carmelita no le gustó mucho el nombre “huarache”, pero terminó adoptándolo por fuerza mayor.
Los cinco hijos de Carmelita continuaron con su legado. Del local original nacieron el Huarache Azteca y el Huarache de Jamaica, ambos atendidos por los descendientes doña Carmen y que hoy son dos paradas imperdibles si uno anda por la zona.