Armando Martínez Centurión El origen de las Tortas

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Descripción

Pero si de tradición y antigüedad se trata está la Tortería de Armando. A la hora de la comida no es común que las pidan para llevar, los comensales de la zona y paseantes de ocasión se dan su tiempo para degustar una de pierna, pollo, milanesa o pastor con queso al lugar donde se le rinde homenaje a quien aseguran fue el inventor de este suculento platillo.

El local ubicado en la calle de Humboldt 24 es la herencia del de Motolinia 38, el primero donde Armando Martínez Centurión comenzó a vender tortas en 1892. Estaba ubicado en el antiguo callejón del Espíritu Santo. Comenzó haciendo las tradicionales: de milanesa, queso de puerco, chorizo, pierna, pavo y pollo. Ni siquiera él se imaginó que su invento fuera a trascender en la historia.

Al principio las vendía dentro de un zaguán, en una pequeña barra en la que atendía a los clientes,  pero debido al éxito y a la cantidad de gente que se congregaba para disfrutar su invento, tuvo que abrir varios locales, uno de los que aún continúa es el ubicado en la calle de Humboldt número 24.

En este lugar de Motolinia usaba una barrita de madera para atenderlos, porque los ingredientes los preparaba desde antes en su casa, debido a lo reducido del espacio.

Su nieta, Mónica Martínez Pérez, cuenta en que empezó a vender por necesidad económica y resultó un éxito. Armando solía platicarle a sus hijos que en alguna ocasión Francisco I. Madero llegó a comprarle mientras pasaba en su bicicleta, antes de ser presidente.

Cada vez se fueron haciendo más populares, incluso varios escritores hablaban de ellas, como el cronista Artemio del Valle Arizpe, quien decía que ir a “las tortas del Espíritu Santo” era un ritual; los comensales que veían la velocidad y destreza con la que Armando abría el pan y quitaba el migajón a las tapas, para después poner uno a uno los ingredientes, se quedaban callados, en un “amplio silencio, como esotérico” que sólo era interrumpido con un nuevo pedido.

Artemio del Valle Arizpe no es el único que elogió el talento culinario de Armando Martínez Centurión. En el libro “Crónicas de la ciudad de México”,  Jorge Ibargüengoitia dedica un espacio a este tortero y su deliciosa aportación a la gastronomía mexicana. En su crónica nos describe cómo Armando seleccionaba aproximadamente veinticinco elementos y con suma habilidad los picaba, rebanaba y colocaba sobre el pan, procurando mantener los ingredientes frescos para no alterar el sabor.

Según el escritor, las tortas de Armando estaban compuestas principalmente por carnes como lengua, lomo o queso de puerco. Se acompañaban de un vaso de agua de chicha.

Cuando Armando Martínez falleció, en 1935, sus hijos continuaron atendiendo los locales, convirtiéndolo en un negocio familiar.

Actualmente el local de la calle de Humbolt, en el centro, es atendido por su nieta, Mónica Martínez Pérez quien conserva la historia, amor y tradición por las tortas que su abuelo creó. Mónica asegura que la historia fue la que determinó que el creador de las tortas fuera su abuelo y que prueba de ello son los libros, periódicos, revistas de época e incluso las reseñas de la actualidad.

La nieta de Armando asegura que las recetas siguen siendo las originales de 1892.

 

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