Descripción
Nació en Veracruz en 1930
Murió en México el 18 de marzo de 2016
El ejercicio de la medicina por muchos años contribuyó a aguzarle la mirada sobre los seres humanos, lo mismo en una cárcel que en una plaza de toros, que en un hospital que atiende a una numerosa población.
Las inquietudes sociales de su juventud le acompañaron siempre, al igual que el bichito de la escritura, que canalizó por buen tiempo en una revista de medicina, que le abrió sus páginas para sus narraciones y donde publicó sus primeros textos acerca del Maestro. El cubano ejemplar se le fue metiendo en el cuerpo y en el alma, y por esa vía se encontró con Cuba. El triunfo de la Revolución Cubana le sacudió: viajó a la Isla y se amigó con el personal diplomático cubano en México, al que por varias generaciones atendió profesionalmente con presteza, solicitud y de manera desinteresada.
Un momento decisivo fue cuando asistió al Congreso martiano de la Universidad de Burdeos, en 1972. Allí conoció a Juan Marinello, a José Antonio Portuondo, a Cintio Vitier y a Fina García Marruz, entre otros de los tantos estudiosos de la obra el Maestro allí presentes. Sorprendió a todos, como han contado los cubanos que allí asistieron, al escuchar a aquel desconocido mexicano que dio lectura a un texto titulado “La sencilla poesía de Martí en México”.
Desde entonces, y sobre todo tras su jubilación, entró a fondo en la vida y la relación de Martí con México. A pesar de no contar entonces ni con estudios previos ni con una experiencia investigativa en temas históricos y literarios, Herrera Franyutti dedicó horas, meses y años de labor a hurgar en los textos martianos, en una amplia bibliografía y en los periódicos de época para entregar un libro que marcó y sigue marcando un hito en el campo de los estudios martianos: Martí en México, recuerdos de una época. La primera y muy modesta edición de este libro, asumida por el propio autor, pasó inadvertida en su país, no así entre los cubanos estudiosos de la obra martiana que encontraron una obra trascendente por aportar una información nunca antes recogida acerca de ese bienio tan significativo para el cubano que fuera su primera y larga estancia en México, entre 1875 y 1877.
Si acercamientos previos habían demostrado la cálida acogida que dieron a Martí los intelectuales y en general la sociedad ilustrada mexicana, Herrera Franyutti abundó y ahondó en múltiples aspectos de su vida y evidenció hasta la saciedad la singular huella que dejaron el hermano país y su gente en el corazón del antillano.
Por suerte, años después este libro fue ganando adeptos y ha tenido varias ediciones mexicanas más, enriquecidas en informaciones y análisis, la primera de ellas del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Conaculta) que tuve la dicha de prologar, y otras dos de la Cámara de Diputados.
Tal ajetreo por los predios de la investigación acicateó a Herrera Franyutti para emprender nuevas pesquisas, al punto que se convirtió en un imprescindible en la bibliografía pasiva martiana. En su obra hace un cuidadoso seguimiento del recorrido de Martí por Yucatán, la tierra del Mayab, y la tremenda relevancia de sus hallazgos en los archivos de la correspondencia cruzada con Matías Romero, el embajador mexicano en Washington, así como las dos misivas enviadas por Martí a Porfirio Díaz durante su corta y última estancia en México, en 1894, cuando le solicitó al entonces presidente la colaboración económica para la guerra independentista que se preparaba en Cuba.