Traslado de Tláloc al Museo Nacional de Antropología

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Descripción

Antes de llegar al Museo de Antropología el Monolito de Tláloc se encontraba en San Miguel de Coatlinchán, Texcoco

El día del desplazamiento, 16 de abril de 1964, llovió copiosamente, lo que dio pie a los diarios de comentar acerca de que Tláloc enviaba agua por el traslado de la pieza.

Tláloc es el dios azteca de la lluvia, fue una de las deidades más importantes para Mesoamérica y es representada con una máscara compuesta por dos serpientes torcidas entre sí que forman la nariz

Se dice que, durante la conquista, muchos basamentos fueron escondidos para que los españoles no los destruyeran. Uno de ellos fue Tláloc, que en 1889 fue plasmado en una de las pinturas de José María Velasco, quien afirmaba que era Chalchiuhtlicue, considerada la diosa de los lagos y corrientes de agua, pero en 1903 el arqueólogo Leopoldo Batre dijo que se trataba de Tláloc.

Para los habitantes de San Miguel de Coatlinchan tener a Tláloc era muy importante, pues formaba parte de su historia e identidad. Sin embargo, en 1963 iniciaron los preparativos para mover el Monolito, pero el pueblo se negó a esto y sabotearon los trabajos. En 1964, con ayuda del Ejército Nacional, iniciaron los preparativos para moverlo.

El Museo Nacional de Antropología albergó una réplica del monolito de Tláloc, mientras era construido el museo. El 16 de abril salió de Coatlinchán, pasando por la carretera federal México – Texcoco, saliendo hacia la avenida Zaragoza.

Hacer este traslado implicó realizar un remolque especial que aguantara las 168 toneladas que pesa el Monolito y trasladarlo lentamente. Este viaje estuvo acompañado por camarógrafos y fotógrafos.

Cuando Tláloc llegó a la Ciudad de México a la altura del Zócalo, una fuerte lluvia cayó en la ciudad, causando inundaciones. Este hecho se atribuyó a que Tláloc estaba enojado por el traslado.

A pesar de eso, los chilangos festejaron el traslado y se mantuvieron de pie ante la lluvia, viendo y siguiendo el traslado del Monolito.

Para trasladar a esta deidad se necesitó una plataforma rodante con 64 llantas para poder soportar a la enorme escultura.

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