Emeteria Valencia Ibáñez Filántropa

Descripción

Nació en Salamanca, Guanajuato, el 2 de marzo de 1834 

Murió el 25 de octubre de 1893

En la narración que nos hace el cronista de la ciudad, Juan José Rodríguez la distinguida dama, en su natal Villa de Salamanca, fortalece y reafirma los negocios que le dejo su padre Don Patricio Valencia, entre ellos, una fábrica de hilados y tejidos de algodón y un molino de harina. Y es así, que en el año de 1852, esta altruista dama, se viene a radicar con su esposo a esta bella ciudad

Fue nombrada dama distinguida por una aportación del terreno y contribuyendo con fuerte sumas de dinero, para el inicio de la edificación en el año de 1888 de la obra material y artística de dicha iglesia, (hoy también denominado Santuario Diocesano del Señor del Hospital, desde año 2010) que es de gran orgullo para los salmantinos, así también, por la veneración al Cristo «Negro “del Señor del Hospital, que es una de las imágenes originales hecha de pasta de caña de maíz y que data de la primera mitad del siglo XVI.

Durante su niñez y juventud se distinguió por su piedad religiosa y nobleza espiritual. Su padre fundó varios negocios y creó grandes capitales.

En la ciudad de Celaya, también dejo gratos recuerdos a sus benefactores consumando plenamente su obra creativa y espiritual.

Financio escuelas para los desamparados de la ciudad. Empezó la construcción de dos, una para niños y otra para niñas, junto con el entonces cura Francisco M. Góngora”,3​ pero en 1889 el gobernador de Guanajuato, Manuel González, impuso la Ley de enseñanza obligatoria para el Estado, que imponía la educación laica. A pesar del contratiempo, ella continuó las obras e inauguró sus planteles el 12 de octubre del mismo año. Los llamó “Escuelas de beneficencia” y todavía construyó la tercera. Además, de su propio capital las dotó de recursos para costear sus gastos presentes y futuros.

El historiador Velasco y Mendoza señaló que Emeteria dejó a cada uno de sus empleados y sirvientes algún dinero y una casa. Además, su esposo  dejó otra suma para que en los inviernos se les entregaran frazadas y ropa de abrigo a las personas menesterosas de Celaya, Salamanca y Soria”.

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