Descripción
Durante la Semana Santa, una persona de la Ciudad de México (CDMX), de la alcaldía citada, será la encargada de tan alta honra.
La representación de la Pasión de Cristo es una tradición que se celebra cada año en la Semana Santa, desde 1843.
Cada año, en esta alcaldía miles de habitantes y turistas se dan cita para ser parte de la Procesión y la Bendición de las Palmas, que inicia el Domingo de Ramos.
El Viernes Santo se realiza una secuencia conformada por la sentencia, los azotes y la coronación de espinas que concluye con la crucifixión en el Cerro de la Estrella.
Originalmente, los papales de quienes representaban esta crucifixión se heredaban; sin embargo, con los años, los pueblos originarios pasaron a elegir a los actores.
Los requisitos para que una persona sea considerada para interpretar el papel, se consideran ciertas especificaciones:
- Ser oriundo de uno de los ocho barrios de Iztapalapa
- Medir más de 1.75 metros
- Tener la primera comunión
- No tener tatuajes
- Gozar de buena salud
De acuerdo con los organizadores, cada edición congrega a alrededor de 2 millones de asistentes, quienes por devoción, curiosidad o turismo llegan al barrio del oriente capitalino.
En 1833 una fuerte epidemia mermó la población de la capital mexicana (cerca de 14 mil muertos), especialmente a la región de Iztapalapa. Ante esto, los lugareños fueron a pedir al “Señor de la Cuevita” que intercediera por el cese de la enfermedad; luego de esto, presuntamente la epidemia se detuvo y en honor al santo se optó por realizar la representación de la Pasión de Cristo.
Aunque tras la Guerra de Reforma la Iglesia perdió gran parte de su poder económico y social por la consolidación del Estado Laico, eso no interrumpió la representación de la Pasión de Cristo de Iztapalapa.
Sin embargo, la investigación del historiador Jorge de León Rivera (citada aquí) por aquellos años José María Suárez, un residente de la zona, denunció el religioso fray Antonio Sánchez por cometer abusos contra los participantes de la representación, ya que solicitaba que quienes encarnaran a Dimas y Gestas (los ladrones crucificados junto con Jesús) fueran dos indígenas, a los cuales se infringían fuertes castigos físicos.
Tras recibir la misiva de Suárez, según cuenta Rivera, el entonces presidente Benito Juárez se dio por enterado y habría tomado acciones para poner orden con el párroco en cuestión y preservar la representación la Pasión de Cristo de Iztapalapa.
La Historia de México es un continuo ir y venir de conflictos y roces belicosos. Para muestra, la primera mitad del siglo XXI con la Revolución Mexicana y años más tarde con la Guerra Cristera. No obstante el tinte político y religioso de ambos enfrentamientos, la tradición se mantuvo.
De la primera de ella se cuenta que, en 1914, el General Emiliano Zapata personalmente prestó a los caballos de su tropa para que se realizara la representación de la Pasión de Cristo de Iztapalapa. Años después, ya con el conflicto cristero enfrentando al gobierno de Álvaro Obregón, se prohibió representaciones religiosas en las calles, por lo que la Pasión de Cristo de Iztapalapa se realizaba en el atrio de la Parroquia de San Lucas.
Durante la primera década del siglo XXI se sumaron nuevas escenas para extender la representación de la Pasión de Cristo de Iztapalapa, lo que hizo más compleja la representación y exigió un mayor esfuerzo a los participantes.
También se iniciaron las obras para el Museo de las Culturas: Pasión de Iztapalapa, donde se encuentra la sala Pasión de Cristo, dedicada a la historia de esta puesta en escena.
La importancia de esta tradición centenaria entre los habitantes y su potencial turístico, hicieron que en 2012 fuera reconocida oficialmente por el gobierno como Patrimonio Intangible de la Ciudad de México.
Dicho reconocimiento es nada menos que la antesala y requisito para que la UNESCO la reconozca como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad; por el momento, esta decisión está trámite y será hasta 2021 que se emita una resolución por el comité de Naciones Unidas.
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